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La Infantería de Marina Española  

Autor: Paco Álvarez

Aunque el antecedente hispano más antiguo de la infantería embarcada en España se remonta a las Partidas de Alfonso X El Sabio nombrando en los buques de la armada castellana a “los  sobresalientes” como hombres de armas que no efectuaban labores marineras si no de armas, habrá que esperar  algunos siglos más para que la Infantería de Marina sea reconocida como  tal.

Es en 1537 cuando el Emperador Carlos I asignó de forma permanente a las escuadras de Galeras del Mediterráneo las Compañías Viejas del Mar de Nápoles. Es entonces cuando los antiguos arcabuceros, que en número de treinta guarnecían las galeras, fueron agrupados en un cuerpo especial y entrenados para combatir «por tierra y por mar» siendo este el año de 1537, el que fija la antigüedad del cuerpo. 

Más tarde, en 1566 con Felipe II, se constituyó como verdadera fuerza de proyección de desembarco anfibio. La primera del mundo -le seguiría la inglesa- y 238 años antes que los «marines» estadounidenses adoptaran este Cuerpo de Élite de la Armada española. 

En 1925, 19 años antes de “Normandía”, la Infantería de Marina Española llevó a cabo en Alhucemas el primer desembarco en el que participaban conjuntamente y en coordinación unidades terrestres, marinas y aéreas en el primer desembarco de “armas combinadas” de la Historia. 

Tras 483 años de Historia en la que han defendido por todo el mundo los intereses españoles, los Infantes de Marina españoles siguen siendo un Cuerpo de élite de referencia mundial e incluso en la crisis del Coronavirus, han demostrado que siempre están cuando y donde se les necesita. 

Entre su decálogo de mandamientos se incluye nada menos que: 

“El deber  de custodiar y defender la dignidad y los derechos humanos.” 

Tradicionalmente se dice que D. Miguel de Cervantes fue el más famoso “Infante de Marina” español. Treinta y cinco años antes de publicar el libro más famoso escrito jamás en nuestro idioma, se alistó a las órdenes de D. Álvaro de Sande. Al año siguiente y en la Compañía de Diego de Urbina, se embarcó como Infante en la galera “Marquesa” rumbo al encuentro de la flota turca, a la que hallarán en el golfo de Lepanto, (Grecia): 

Todo el viaje lo pasa el Infante Miguel con fiebres y malaria, lo que no le impide luchar fieramente en la batalla, en el transcurso de la cual recibió dos tiros en el pecho y uno en la mano izquierda, que le valdría para siempre el sobrenombre de “El Manco de Lepanto”. Al año siguiente, ascendido a Soldado Aventajado y a pesar de su mano tullida, participó en varias campañas militares, entre las que destacan la Acción de la Goleta y la Batalla de Navarino. 

En el prólogo de la segunda parte de “El Quijote”, el veterano Infante  rememora sus viejas heridas: 

-Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas a lo menos en la estimación de los que saben dónde se cobraron-

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