

Referencia: 2609202026
“Maestro, mira qué piedras, y qué fábrica tan asombrosa. Jesús le dio por respuesta: ¿Ves todos esos magníficos edificios? Pues serán de tal modo destruidos que no quedará piedra sobre piedra” (Marcos 13.1-2). Con tan sombrías palabras profetizó Jesús el destino del Segundo Templo, destruido en el terrible asedio romano del año 70 d.C. ¿Qué fue lo que condujo a este trágico final? En el siglo I d. C. el pueblo de Judea veía cómo sus élites aristocráticas y sacerdotales (saduceos) colaboraban con la autoridad romana a cambio de garantizar sus intereses de clase. La fiscalidad elevada y el abuso por parte de los prestamistas fue causa de una exponencial pobreza y de un endémico bandidaje. Fariseos, esenios y zelotes que perseguían la liberación respecto a Roma mediante la lucha armada recorrían las agitadas calles. La situación en el año 66 d. C. estaba al límite y bastó la torpeza de un procurador romano para reprimir las protestas para que la Primera Guerra Judeo-Romana prendiese la mecha. Una guerra que Roma tardaría siete años en sofocar.