

Referencia: 0312202212
Mariana de Neoburgo (1667-1740), segunda esposa de Carlos II, fue reina de España durante diez años como consorte y otros cuarenta como reina viuda. Sin embargo, es un personaje poco conocido al que la historiografía apenas ha prestado atención. Este estudio propone una aproximación a su vida, a su imagen y al patronazgo artístico que ejerció, no ajeno a las grandes tensiones políticas que caracterizaron la historia de Europa hacia 1700 y que en España resultaron en el cambio de dinastía.
“El quitarle Mantua a quien la heredaba comezó la guerra que nunca se acaba”, dejó escrito Francisco de Quevedo con su característica ironía. Y así fue en efecto; la muerte de Vicente II Gonzaga, duque de Mantua y Monferrato, abrió una disputa más en una Europa sobrada ya de conflictos. La cuestión de quien debía heredar los ducados en discordia, fronterizos ambos a levante y poniente con el Milanesado español, atrajó la atención de Francia, del Sacro Imperio Romano Germánico, del intrigante duque de Saboya y, por supuesto, de España, dado que estas tierras, a la par que fronterizas con un territorio de la monarquía católica, lindaban con el camino usado por los tercios españoles para acceder al norte de Europa, donde otra guerra de las que nunca se acababan, la de Flandes, reclamaba sus servicios.
El conflicto está servido. En las páginas de este libro encontrará el lector intrigas de corte, diplomacia, al mismísimo Quevedo haciendo de espía en Venecia... y por supuesto pífanos y tambores acompañando el paso de los míticos tercios, que combatieron en Italia, desde las llanuras del río Po a los pasos y valles alpinos, dirigidos por comandantes como Gonzalo Fernández de Córdoba o Ambrosio Spínola.
Aliados indignos de confianza, asedios con final inesperado, batallas que no son lo que parecen, y otras que sí lo son, mantendrán sin duda vivo el interés durante el repaso de este capítulo de nuestra Historia que tantas lecciones ofrece.
Boudica. Solo su mención trasciende la Historia. Menos Conocida que otros importantes personajes femeninos de la Antigüedad, como Cleopatra o Zenobia, no ha sido obstáculo para que sus hazañas pervivieran durante milenios hasta convertirse en leyenda. El símbolo femenino del valor y la lucha por la libertad en Britania. Boudica, soberana por derecho de los icenos, uno de los más importantes pueblos que habitaban la lejana Albión (la “isla blanca”, como era conocida hasta ese momento), lideró también a otros muchos frente a la ocupación romana. La lejana Britania había conseguido mantenerse ajena a la ambición romana hasta mediados del s. I aC, pero en el 61 dC, los pueblos que aún se resistían a la ocupación acumulaban ya cerca de dos décadas de enfrentamientos continuos con las legiones de Roma. Boudica se convirtió en una figura de renombre por méritos propios. Una reina cuyo coraje y valentía hicieron temblar al todopoderoso Imperio romano. Nunca antes sus legiones tuvieron que enfrentarse a un ejército dirigido por una mujer, y no hay duda de que jamás lo olvidaron.
Boudica. Solo su mención trasciende la Historia. Menos Conocida que otros importantes personajes femeninos de la Antigüedad, como Cleopatra o Zenobia, no ha sido obstáculo para que sus hazañas pervivieran durante milenios hasta convertirse en leyenda. El símbolo femenino del valor y la lucha por la libertad en Britania. Boudica, soberana por derecho de los icenos, uno de los más importantes pueblos que habitaban la lejana Albión (la “isla blanca”, como era conocida hasta ese momento), lideró también a otros muchos frente a la ocupación romana. La lejana Britania había conseguido mantenerse ajena a la ambición romana hasta mediados del s. I aC, pero en el 61 dC, los pueblos que aún se resistían a la ocupación acumulaban ya cerca de dos décadas de enfrentamientos continuos con las legiones de Roma. Boudica se convirtió en una figura de renombre por méritos propios. Una reina cuyo coraje y valentía hicieron temblar al todopoderoso Imperio romano. Nunca antes sus legiones tuvieron que enfrentarse a un ejército dirigido por una mujer, y no hay duda de que jamás lo olvidaron.
La expedición de Juan del Águila a Irlanda (1601-1602)