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«Yo daré las consignas» estudia la gestión de la prensa y de la propaganda franquistas durante los primeros seis meses de la Guerra Civil y en especial el papel del general Millán Astray al frente de ella. Surgió entonces una pluralidad de mensajes en torno al Movimiento Nacional ùlos de militares, monárquicos, tradicionalistas, falangistas, católicosù cuya sintonía iba poco más allá del común rechazo de la Segunda República. Pronto se vio la necesidad de unificar los discursos y de subordinar los medios de comunicación a los intereses políticos del Nuevo Estado y de su Caudillo Franco. Aunque no se logró del todo en esa primera etapa, debido a la escasez de recursos y de directrices claras, es interesante estudiarla, cuando los sublevados pusieron todos los medios de comunicación bajo su control y acuñaron los lemas, mitos y discursos del Nuevo Estado, que van a estar vigentes durante décadas en la vida pública y en las mentalidades españolas. «Luis Castro, partiendo de un impresionante esfuerzo de investigación y erudición, ha elaborado uno de los libros más útiles, interesantes y originales sobre el primer franquismo» (Paul Preston).
Boudica. Solo su mención trasciende la Historia. Menos Conocida que otros importantes personajes femeninos de la Antigüedad, como Cleopatra o Zenobia, no ha sido obstáculo para que sus hazañas pervivieran durante milenios hasta convertirse en leyenda. El símbolo femenino del valor y la lucha por la libertad en Britania. Boudica, soberana por derecho de los icenos, uno de los más importantes pueblos que habitaban la lejana Albión (la “isla blanca”, como era conocida hasta ese momento), lideró también a otros muchos frente a la ocupación romana. La lejana Britania había conseguido mantenerse ajena a la ambición romana hasta mediados del s. I aC, pero en el 61 dC, los pueblos que aún se resistían a la ocupación acumulaban ya cerca de dos décadas de enfrentamientos continuos con las legiones de Roma. Boudica se convirtió en una figura de renombre por méritos propios. Una reina cuyo coraje y valentía hicieron temblar al todopoderoso Imperio romano. Nunca antes sus legiones tuvieron que enfrentarse a un ejército dirigido por una mujer, y no hay duda de que jamás lo olvidaron.