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El primer hombre de Roma inicia la gran saga que Colleen McCullough ha dedicado a la antigua Roma. Colleen McCullough nos traslada a los primeros siglos de la civilización occidental y traza un espléndido cuadro de la Roma republicana. La historia se inicia en el año 110 a. C. con dos ambiciosos personajes, Mario y Sila, cuyo único y decidido objetivo es llegar a ser el primer hombre de Roma. El primero es un plebeyo de mediana edad, enardecido por la confianza en sus dotes y el enriquecimiento que ha logrado; el segundo, un joven y apuesto aristócrata corrompido por la pobreza familiar. Aquél, un militar disciplinado y soberbio, y éste, un desverígonzado epicúreo. Mario se casa por interés para favorecer su carrera política, y Sila, por amor. Ambos pugnan en este primer episodio por el poder y la gloria. Mario y Sila, dos hombres con una misma ambición: convertirse en el primer hombre de Roma.
Boudica. Solo su mención trasciende la Historia. Menos Conocida que otros importantes personajes femeninos de la Antigüedad, como Cleopatra o Zenobia, no ha sido obstáculo para que sus hazañas pervivieran durante milenios hasta convertirse en leyenda. El símbolo femenino del valor y la lucha por la libertad en Britania. Boudica, soberana por derecho de los icenos, uno de los más importantes pueblos que habitaban la lejana Albión (la “isla blanca”, como era conocida hasta ese momento), lideró también a otros muchos frente a la ocupación romana. La lejana Britania había conseguido mantenerse ajena a la ambición romana hasta mediados del s. I aC, pero en el 61 dC, los pueblos que aún se resistían a la ocupación acumulaban ya cerca de dos décadas de enfrentamientos continuos con las legiones de Roma. Boudica se convirtió en una figura de renombre por méritos propios. Una reina cuyo coraje y valentía hicieron temblar al todopoderoso Imperio romano. Nunca antes sus legiones tuvieron que enfrentarse a un ejército dirigido por una mujer, y no hay duda de que jamás lo olvidaron.