

Referencia: 1906201903
La capital importancia de los tercios en el siglo XVI dentro de los ejércitos de los Austrias se quedó atrás en la historia sepultada en los ricos archivos españoles. Estas unidades, de inspiración antigua en las legiones romanas, apenas habían sido estudiadas hasta que libros de Geoffrey Parker y René Quatrefages decidieron poner su mirada sobre ellos. Ignorados durante casi todo el siglo XX por la historiografía española, los tercios tuvieron que esperar hasta el siglo XX y XXI cuando una ola de jóvenes universitarios decidió investigar esta faceta militar de la Monarquía Hispánica. Al margen de la divulgación histórica sobre los tercios de escasa calidad y tendente a perfilar una leyenda “rosa”, en este número agradecemos a doce “primeras espadas” su riguroso trabajo y a la Fundación Carlos de Amberes, la Real Academia Nacional de Medicina y el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Toledo por dejar que nos alistemos en esta apasionante aventura.
La epopeya española en Nuevo Méjico
1565, Europa todavía no se había repuesto de la última acometida otomana que se saldó con el asedio de Viena de 1529. De nuevo, dos antiguos enemigos, el Imperio Otomano y la Orden Hospitalaria de San Juan, vuelven a cruzar sus espadas. En su anterior choque, los caballeros hospitalarios habían tenido que renunciar a su posesión de la isla de Rodas en 1522 tras un largo y penoso sitio, dando con ello la hegemonía del Mediterráneo Oriental al Imperio Otomano. Gracias al emperador Carlos V, la Orden Hospitalaria asentó su base en la isla de Malta, desde donde continuó su lucha contra el Turco. Malta se convirtió en un obstáculo para la Sublime Puerta en su intento por convertir todo el Mediterráneo en un "Lago Turco". Con la posesión de la isla, el Imperio Otomano no sólo vería realizado este objetivo sino que dispondría de una excelente base de partida para atacar el corazón de la Cristiandad, Roma, y expandirse por Europa Occidental. En Malta, no solamente los Hospitalarios se jugaron su destino como Orden, también se jugaba el destino de la Cristiandad y de la civilización occidental. Una Cristiandad dividida por el gran cisma que supuso la Reforma Luterana en el orden religioso y político. Sobre el papel, la lucha parecía totalmente desigual: por un lado, el Imperio Otomano con vastos recursos a su disposición; por otro lado, un puñado de caballeros hospitalarios sin apenas ayuda de sus correligionarios cristianos, sólo la agobiada España mandó algunas tropas, pero mandados con férrea determinación por su Gran Maestre, Jean de La Vallette. Durante todo el verano de 1565, Europa contuvo el aliento ante la titánica lucha que se desarrollaba en aquella pequeña isla, esperando en cualquier momento las noticias del inevitable desenlace. Pero ello no sucedió: Malta se salvó. Esta es la historia de aquella gesta y de los hombres que la realizaron.